Lunes 22 de diciembre de 2014 | Edición del día
Luego de 7 meses de lucha, y de un corte de Panamericana el día de ayer ante las maniobras dilatorias de la empresa, se concretó el triunfo histórico de los obreros de Lear, que ganaron el “conflicto del año” contra la multinacional norteamericana, la burocracia sindical del SMATA y el gobierno. Una batalla de clase, un conflicto político. Los debates en la izquierda.
Fernando Scolnik
Ni el gobierno, ni su represor Berni, ni la burocracia sindical de
uno de los gremios más poderosos del país, el SMATA, ni una
multinacional poderosa a nivel mundial como Lear Corporation, pudieron
con ellos.
Ganaron. Después de 7 meses, los “indomables” de Lear, los que
pelearon hasta el final rodeados de un enorme apoyo popular, los que
enfrentaron la represión, los que resistieron durante más de medio año
sin cobrar su salario rechazando indemnizaciones de cientos de miles de
pesos, fueron reincorporados. Algunas lecciones de una gran batalla de
clase que derrotó a poderosos enemigos.
El plan enemigo: Lear Corporation, el SMATA y el gobierno
Lear, el SMATA de Pignanelli y el gobierno nacional quisieron
aprovechar la crisis económica en curso para “limpiar” la industria
automotriz de delegados y activistas combativos, y así poder
flexibilizar las condiciones de trabajo en la “industria estrella” del
kirchnerismo.
Este “trabajo” había comenzado en la industria automotriz con
despidos y suspensiones en distintos lugares del país, y el antecedente
inmediato a Lear había sido Gestamp, donde después de 67 despidos y de
desarticular la organización de los trabajadores, redoblaron la
explotación para los que quedaron adentro. Ese mismo plan es el que
querían llevar adelante en Lear. Recordemos que, en esta fábrica, los
delegados combativos se habían negado a firmar un convenio que
establecía salarios mucho más bajos para todos los trabajadores nuevos.
Pero para las patronales Lear no era solo Lear. También quisieron
“llevarse puesto” uno de los pilares del derecho laboral, despidiendo
masivamente sin tener aprobado (ni siquiera presentado) el Procedimiento
Preventivo de Crisis, lo cual, de haberse impuesto, hubiera sido un
antecedente que le facilitaría a las patronales despedir masivamente
trabajadores. Contaron para esto, durante meses, con el Ministerio de
Trabajo, que avaló todo este accionar ilegal, mientras otra pata del
gobierno se ocupaba de reprimir una y otra vez.
Por último, recordemos que el ataque patronal en Lear no fue un rayo
en cielo sereno sino que se dio en el marco de un año de ajuste en el
que el gobierno y las patronales quisieron descargar la crisis sobre los
trabajadores con inflación, techos a las paritarias, despidos y
suspensiones. Todo un plan patronal contra los trabajadores.
Enemigos poderosísimos. Parecía imposible. Como en toda guerra, hubo
“bajas”, pero los “indomables” ganaron y se convirtieron en un ejemplo
reconocido por millones sobre cómo enfrentar los ataques.
Cómo enfrentar a enemigos poderosos: una gran batalla de clase
Si los “indomables” de Lear pudieron triunfar frente a enemigos tan
poderosos, fue porque el conflicto no se encaró como un mero conflicto
sindical sino como una gran batalla de clase, agrupando a todas las
fuerzas propias y aliadas que fue posible y utilizando cada brecha en
las filas enemigas para aprovecharla a favor de los trabajadores. Lear
triunfó porque fue un gran conflicto político, porque se convirtió en
una causa popular apoyada por millones. A esta estrategia apostamos
desde el PTS, y dejamos hasta el último esfuerzo en pos de ella.
Esto, hacer política obrera, que debería ser elemental, es lo que
algunas organizaciones de izquierda, de estrecha visión sindicalista,
nunca pudieron entender, ya que miden la relación de fuerzas contando en
el “activo” propio solamente la disposición de los obreros de adentro y
de afuera para pelear, sin ver la situación política más general, los
aliados de los trabajadores y las divisiones en las clases dominantes
que puedan ser usadas para triunfar.
Por eso, también, algunos se apresuraron, más de una vez, a decretar
que el conflicto había sido derrotado. A los del PTS, por nuestra
persistencia y decisión para ir hasta el final, nos han acusado de
ultras, de putchistas, de que no nos importaba ganar sino sólo salir en
televisión. ¿Qué dirán ahora? Ojalá saquen conclusiones.
Nuestra decisión, junto a los obreros, de pelear hasta las últimas
consecuencias, como queda claro ahora, no era “voluntarismo”, sino que
se apoyaba en una clara estrategia con perspectivas de ganar.
Si del otro lado había enemigos tan poderosos, de este lado las
banderas de los obreros de Lear, combinadas con una gran decisión de
lucha, agruparon un enorme frente único para enfrentarlos, y a la vez
abrieron brechas en el frente enemigo. Bajo las banderas de “Familias en
la calle nunca más”, contra los buitres de Lear, contra la
impresentable burocracia sindical de Pignanelli, y en repudio a la
represión, se pronunciaron en apoyo a los trabajadores destacadas
personalidades de Derechos Humanos, organizaciones de trabajadores,
estudiantes, dirigentes políticos oficialistas y de la oposición,
intelectuales, artistas, periodistas, deportistas, etc.
De acá salió la fuerza para llevar adelante el conflicto durante 7
meses, hacer 15 Jornadas Nacionales de Lucha que incluyeron 14 cortes de
Panamericana y acciones en distintas provincias del país, enfrentar una
y otra vez la represión con 22 detenidos y más de 80 heridos, marchar
al Ministerio de Trabajo, a la Embajada de Estados Unidos, a la Cámara
de Comercio norteamericana en Buenos Aires, hacer bloqueos, actos,
resistir 12 días de lock out patronal, a las patotas del SMATA en la
fábrica, la sede del sindicato y el Congreso Nacional, editar 57 números
del Boletín de Lucha, realizar un Encuentro combativo junto a
Donnelley, Emfer y otros sectores obreros y, nada menor, reunir un fondo
de lucha de más de un millón de pesos para sostener toda esta pelea. En
todos estos aspectos, desde el PTS tenemos el orgullo de haber sido los
que más aportamos junto a los obreros para que todo esto sea posible.
Semejante resistencia hizo que los gerentes de las grandes empresas
(CEO´s), lo consideraran el conflicto del año. No es para menos, tomaron
nota de que quizás en algunos lugares no sea tan fácil despedir
masivamente.
La decisión para ir hasta el final profundizó también las grietas en
el kirchnerismo. Aunque es gente acostumbrada a tragarse sapos, algunos
decidieron que tenían que alzar su voz después de ver una y otra vez la
represión comandada por el ex carapintada Sergio Berni, o de ver lo poco
“nacional y popular” que era apoyar a la patronal buitre y al gordo
Pignanelli. Esto es hacer política, usar las brechas en las filas
enemigas.
Quienes se apresuraron a decretar la derrota del conflicto, ni
siquiera vieron que antes de la reincorporación de los indomables ya se
habían obtenido importantes triunfos políticos, como haber
desprestigiado a la burocracia del SMATA, a la Gendarmería que era la
fuerza estrella de los K, haber volteado a esta misma fuerza, a Berni y
al “Gendarme Carancho” del conflicto, haber desnudado el doble discurso
del gobierno actuando a favor de estas empresas buitres o su accionar
ilegal contra los trabajadores y a favor de la multinacional. También,
que la izquierda es vista por millones como la que lucha y defiende a
los trabajadores. Los Diputados del PTS-FIT Nicolás del Caño y Christian
Castillo ganaron un gran reconocimiento en este sentido. Son todas
conclusiones políticas sacadas por millones, que ayudan a acelerar la
ruptura con el kirchnerismo y el desarrollo de la izquierda
revolucionaria.
Todo esto, por sí solo, ya eran grandes conquistas de esta pelea.
Pero, a su vez, esos mismos triunfos políticos influyeron
cualitativamente sobre la relación de fuerzas para la pelea por la
reincorporación de los despedidos.
A la par que el conflicto se prolongaba, se acentuaba también cada
vez más la contradicción entre el accionar del gobierno, la patronal y
el SMATA, y la propia legalidad capitalista. La relación de fuerzas más
general, junto con la enorme simpatía ganada por el conflicto en
sectores de masas, más las brechas en las clases dominantes, eran un
factor que pesaba también en el terreno legal. Concretamente, todo esto
se expresó, principalmente, en la parte final del conflicto, mediante
dos “amicus curae”, uno presentado por el Premio Nobel de la Paz Adolfo
Pérez Esquivel y por la Madre de Plaza de Mayo Nora Cortiñas, y el otro
por el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) presidido por
Horacio Verbitsky, además de una carta firmada por diputados de casi
todos los bloques. Cuando hay un resquicio del régimen que puede ser
usado a favor de los trabajadores, no se debe perder oportunidad de
utilizarlo, como en este caso en el que los despidos fueron ilegales al
no haber sido aprobado un Procedimiento Preventivo de Crisis.
No entendieron nada de todo esto todos aquellos que se la pasaron
dando “consejos” irresponsables durante 7 meses. No faltaron, por
supuesto, los que siempre dan la gran idea de tomar la fábrica en todo
momento y en todo lugar, que puede parecer muy combativo, pero es poco
inteligente en un conflicto donde una de las claves era que Lear y Ford
se habían preparado para el conflicto acumulando stock, sumado a la
connivencia con el gobierno nacional para permitirle a la Ford importar
la producción que habitualmente le provee Lear, aunque eso significara
perder preciados dólares, que escasean en la economía nacional.
Probablemente, una toma de fábrica no hubiera tenido más efecto que
conducir a una derrota rápida.
Quienes se ubican solamente desde ver la relación de fuerzas entre
una patronal determinada y un grupo de obreros determinado, no pueden
darse una estrategia que convierta a cada lucha obrera importante en una
gran batalla de clase, en un gran conflicto político con gran
visibilidad y que gane apoyos de sectores de masas. Para dar pasos en la
apuesta a que la clase obrera emerja como sujeto, y en la construcción
de un partido revolucionario, es necesaria más política obrera, menos
sindicalismo. De cada gran conflicto obrero, una gran batalla de clase.
Mirá las fotos de este triunfo que alienta y emociona ACA
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